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La vida de Salvador Navarro.

Mi vida

Dicen que nací muy delgado y sé que lo hice con bizquera… allá por el año 67, en un barrio de clase media de una Sevilla que aún veía la tele en blanco y negro, De mis padres aprendí a ser un hombre leal, educado y a desenvolverme por mi cuenta. Estudié en un colegio de curas, el Claret, del que, a pesar de mi espíritu agnóstico, guardo buenos recuerdos y algún amigo lejano.

En el período de mi adolescencia sufrí el tremendo dolor de la muerte de una madre, una desaparición lenta y dura. Por entonces, había elegido estudiar ingeniería industrial, no por una especial vocación, sino porque quería aprovechar las cualidades con las que la vida me ha regalado, mi capacidad de sacrificio y mis ansias de aprender. Era un empollón hasta COU, luego fui un simple universitario que tardó mucho en sacar la carrera.

Es en esa época cuando conozco a mi querida Mariángeles, siempre presente, salvo unos años negros, en mi vida.

Esos años tuve muchos conflictos en la cabeza, no los recuerdo con especial cariño. Mis hermanas Mónica y Raquel fueron, siguen siendo, fundamentales. Gracias a ellas tengo hoy en día una mentalidad más abierta, mucho mundo recorrido y dos grandes cómplices. Perdí muchas timideces tras la barra de algunos de sus bares.

Haciendo la mili con la universidad casi finiquitada fue la ocasión para lanzarme a escribir mi primera novela, ‘Tres’, nunca publicada. Fue, sin embargo, un episodio fundamental para saber que nunca dejaría de contar historias.

Terminar la carrera y empezar a trabajar en Renault fue todo uno. Allí entré con mucha teoría en la cabeza y poca idea de lo que era la industria. En Renault me hice como hombre, me di valor como persona y encontré una base profesional para construir una vida más que digna.

Es por esa época que mi amiga ‘La Polemique’ me pasa la dirección de una editorial, Jamais. Era el preámbulo de la primera publicación de una de mis historias, ‘Eres lo único que tengo, niña‘. Una novela primeriza de baja calidad en la que emergía la figura de mi padre.

En mi década de los 30 tuve la oportunidad de irme unos años a vivir a París, en un puesto que suponía viajar, conocer, decidir, trabajar en equipo, en otros idiomas, vivir alejado de los míos.

Recuerdo, por entonces, una misión profesional y delicada a México, en Torreón, puro desierto norteño, donde pude cerrar mi segunda novela, ‘Rosa.0’, que, tras enviar a un concurso de la editorial Ópera Prima, conseguí, si no ganarlo, sí publicar con ellos.

Llegué a Sevilla justo un año después de encontrar al amor de mi vida, Fran, con quien sigo y pretendo vivir mucho tiempo más.

Nos conocimos tras un viaje en el verano del 2003 a Nueva York, una ciudad de la que quedé prendado eternamente y que me sirvió como excusa para comenzar mi cuarta aventura literaria, ‘Andrea no está loca’. Dos años después de muchos cafés por la Alameda escribiendo esta historia de sevillanos perdidos en Manhattan, la publiqué con Editorial C&M.

En junio del 2009, tras dos años de clases en la Escuela de Escritores, muchas fichas de personajes, esquemas y capítulos tirados a la basura, finalicé la novela que supuso un gran salto de calidad, mucho más madura, compleja y emotiva que todas mis historias anteriores, ‘No te supe perder’.

Con ella quedé finalista del XIX Premio Internacional de Novela ‘Luis Berenguer’ que patrocinaba el Ayuntamiento gaditano de San Fernando, con la colaboración de la Editorial Algaida, bajo el título de ‘Azulejos rotos’.

Firmado el contrato con Editorial Guadalturia, su lanzamiento comercial tuvo lugar el 9 de junio del 2010.

Esta novela fue llevada al cine, para lo que formamos un amplio equipo de creadores entusiastas. Tras muchas vicisitudes y la ayuda infinita de pequeños inversores, llegó a las pantallas de cine en el 2018.

En el verano del 2012 había terminado una novela, ágil, coral y compleja, de transición hacia otros escenarios. Tras un largo recorrido, por fin conseguí firmar con Algaida Editores para su publicación en febrero del 2015. Su título: ‘Huyendo de mí’. Con esta historia novela pude empezar a disfrutar las ventajas de tener una gran editorial tras de mí.

Fue con ellos con quienes pude por fin repetir edición en la misma empresa. En octubre del 2017 salió a la luz ‘El hombre que ya no soy’, una novela descarnada acerca de los límites de la amistad y las fronteras de no retorno, que me hizo crecer comercialmente y ser consciente de que comenzaba a tener una voz reconocible en el panorama literario.

Ya por entonces tenía muy trabajada la que sería, hasta el momento, mi mayor apuesta, ‘Nunca sabrás quién fui’, una novela que rápidamente alcanzó la segunda edición y que no para de darme alegrías. Ahí homenajeaba a mis autores preferidos, Paul Auster, Jöel Dicker, en un ejercicio de metaliteratura que me ha regalado reseñas entusiastas desde que se lanzara al mercado en octubre del 2020.

El año del confinamiento me sirvió para crecer de manera exponencial en las redes sociales, multiplicando los lectores de mis textos diarios, que he ido recopilando en libros de relatos, ‘Cien pulsaciones’, ‘Cien vibraciones’ y ‘Cien emociones’, que me han permitido explorar otros registros en mí, mucho más expuestos, donde me desnudo sin pudor.

Mi vida queda marcada sin remedio en agosto del 2021 con la muerte de mi amiga del alma, Montse Muñoz Sobrino.

‘Y si aparece’ es una propuesta dedicada a Montse. Una tierna novela de misterio donde se bendicen los placeres de perdonar. Con ella apuesto claramente por la edición exclusivamente online, tanto en papel como en ebook, para adaptar mi oferta literaria a distintos escenarios.

En el 2022 construí y publiqué 'Toda tu vida en mí', mi novela más social, homenaje a todas las mujeres que sienten el vacío de ver a sus hijos ya criados y un matrimonio en descomposición.

2023 es el año en el que por fin me decido a publicar una historia de temática gay, una denuncia contra la homofobia y la importancia de no reprimir la sexualidad de los adolescentes, 'El niño del beso'. 

Tras recibir el Premio Digital de Sevilla a la mejor columna de opinión en 2024, en el Real Alcázar, de mano del Ateneo de Sevilla, el Ayuntamiento, La Caixa, Coca-Cola y la publicación 'Centrohistorico.info', publico 'Habíamos quedado el viernes', una novela en torno a una mesa de cocina y a los reencuentros.

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